El sol intenso y el olor a parrilla invaden mi habitación, abajo una familia porteña comparte un asado, las dos hijas muy argentinas en ropa pequeña celebran la rica carne con sal que papá esta sirviendo emocionado. Me despiertan. Los observo desde mi ventana un poco escondiédome para no ser sorprendido por sapo. Sigo malhumorado, la gorda coja paraguaya completamente irritante ha tirado un sobre bajo mi puerta, por mas que toque no voy a abrirle pues seguro que dentro de ese sobre debe estar uno esos recibitos que me entrega para cobrarme el mes.
En casa no puedo estar por eso he venido aquí, una lucecita me alumbra y al frente la lluvia se hace escuchar, resvalan las gotas por la ventana, el agua cae desmedida, seguro que las calles deben estar inundadas. Aires Buenos tiene hoy mucho de Lima, es triste y familiar, hoy parece uno de esos veranos de los 90' en donde la familia con el auto enorme llegaban a la playa con toallas y sombrilla, era verano. Aca no es verano pero el sol que cae después de llover es mucho más sofocante y peor aún pues aca no hay playa pero si un río plata, playa o plata... mil veces playa, en fin, me fuí.
Recuerdo haber visto al padre de las chicas muy argentinas - que viven abajo mío -comprar la carne que acaban de almorzar. Carne con mucha sangre, con su dosis perfecta. Te la venden con sangre como para que no te olvides de que días o meses atras mataron no a un animalito, sino a millones de ellos para que almuerzen estas lindas chicas argentinas, con mucha sal, sin huancaina.
Esta imágen que tengo de sangre y carne, carne y sangre que remueve algunos recuerdos, que mi familia reconocerá inmediatamente. Pobre Paco, pobre de mi cuando me enteré de su triste y festivo final, cocinado para una reunión familiar.
Regresaba de pasar un fin de semana en la casa de uno de mis amigos de infancia, Luis Guillermo, sí al que se le caían los calzoncillos, alto, muy alto, tan o mas alto que el tío Lucho, su papá. Regresaba de fin de semana y apenas entre a casa fuí a buscar a mi Paco, cruzé por la cocina y la sala para llegar al jardín.
- ¿Dónde está Paco pregunté?
Todos comían en la mesa, había visita me parece.
- ¿Mamá donde está Paco? Pregunté mas incisivamente.
Y nada, nadie respondía nada, todos comían un poco mas pausado, nadie me miraba, comían nada más. Mamá ahora me vío pero no dijo nada y es que me pregunto como una cabra se puede perder en un jardín pequeño, imposible.
Fernando salió a verme, me miró, esboso un sonrisa de travesura bien hecha y me dijo,
- ¿Paco? ¿Buscas a Paco Jano? ... Paco es PA COMER... jajaja
Jano Burmester
01 de octubre 2007
1 comment:
hola man, me imagino que la carne con sangre es a ese punto sangrante como una rosita si abres bien el lomo fino que estás por tragarte... como así que no terminas de regresar de los aires buenos? y man por lo del otro día yo me quedé pero tambien la flaca estuvo a punto de botarme (eso creo)jajajajaja
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